viernes, 2 de diciembre de 2016

sopa de letras para todos

sopa de letras de Mitos y Leyendas

RELACIONA TUS SABERES

Resultado de imagen para COMPLETAS DE FRASES DE LECTOESCRITURA

Imagen relacionada

Resultado de imagen para COMPLETAS DE FRASES DE LECTOESCRITURA

Resultado de imagen para RELACIONES DE PALABRAS DE LECTOESCRITURA

LECTURAS PRACTICAS

Resultado de imagen para lecturas cortas



Imagen relacionada

Imagen relacionada


REFLEJA TUS CREATIVIDAD



Resultado de imagen para evaluacion de lectoescritura primer grado
 
Resultado de imagen para sopa de letra de lectura y escritura



Imagen relacionada

UTILIZA TU COMPAÑERISMO


Resultado de imagen para IMAGENES DE LECTOESCRITURA
Resultado de imagen para IMAGENES DE LECTOESCRITURA

https://carmenelenamedina.wordpress.com/la-lectura-en-imagenes/









CONSTRUYAMOS CON MUESTRAS HABILIDADES

CRUCIGRAMAS
Materiales:
Crucigrama.
Creyones.
Lápiz.
Procedimiento:
El docente entrega a los alumnos una hoja fotocopiada ...


CREAR HISTORIETAS
Materiales:
Hoja con figuras.
Tijera.
Creyones.
Pega.
Lápiz.
cuaderno
Procedimiento:
El docente entrega ...
BOLSA MÁGICA
Materiales:
Creyones.
Lápiz.
Recortes de
objetos relacionados
con el proyecto.
Pega.
Cuaderno.
Procedimiento:...

LEE Y VIAJA POR EL MUNDO



Adán: El gran guerrero


Con brazos y piernas del tamaño de árboles y un torso tan grande como la vista podía cubrir desde la posición en la que Adán se encontraba, el coloso era un adversario aparentemente imposible de vencer.
Un solo golpe podía acabar con la vida del primer hombre creado por Dios, sin embargo, el arma más letal del gigante era su aliento fétido, una horrible fragancia profunda que ahoga los sentidos y nubla la visión.
-¡Debes comer más hojas de menta y melissa!- Gritó Adán, cubriéndose el naso con un remiendo de tela que llevaba.
Luego, extrajo otro trozo de tela, que cubría las hojas del calor del sol y se las ofreció al coloso.
El gigante exámino la oferta del pequeño hombre y la aceptó.
Adán sonreía mientras que su adversario se tambaleaba. Las hojas habían sido mezcladas junto a otras hojas dañinas. Aunque peligrosas para el hombre, en el gigante tuvieron muy poco efecto, provocándole un pequeño vómito e incrementando su ira.
Adán recibió una fuerte porra que le sacudió todo su ser y le dejó al borde del desmayo.
Con sus pocas fuerzas, logró sacar otro tipo de hojas de n nuevo trozo de tela y las comió rápidamente. Como por arte de magia, el hombre se recompuso rápidamente. Dolor ya no sentía, pero el mareo de su cabeza se hacía importante.
Debía acabar con el gigante mientras posea concentración, de lo contrario, en pocos minutos se perdería en la infinidad de sus pensamientos y quedaría a merced del enorme ser.
El coloso, por su parte, miraba extrañado como el hombrecito corría de un lado a otro, sin entender que es lo que hacía.
Finalmente lo comprendió. Una improvisada cerbatana apuntaba a su frente. Adán había logrado crear unos dardos con una poderosa mezcla de las hojas curativas y las hojas tóxicas.
Aquella mezcla la usaba para cazar a los animales más feroces y ahora había aumentado la dosis al máximo que podía disparar.
El gigante comprendió la situación y golpeó al hombre, quien resistió de pie a pesar de habérsele roto varios huesos.
La batalla fue dura, aunque Adán contaba con una gran ventaja que desconocía.
El gigante estaba condenado a la derrota y así lo había vaticinado su creador.
“No deberás quitarle la vida. Pelea con él sin herirlo profundamente. Rompe su voluntad de explorar el mundo y quítale toda esperanza de pasar. Hazlo regresar a los brazos de Eva estando de pie para recibir a su primer hijo. No permitas que te lastime y si lo hace no deberás preocuparte porque yo te curaré. Su voluntad es muy grande y no podrás quebrarla fácilmente. Sin embargo, inténtalo sin matarle y si lo logras, te recompensaré largamente.
Quiebra su voluntad más no sus huesos.”
El gigante recordó las palabras de Dios con temor. No podría matar al pequeño hombre y tampoco lastimarlo en demasía. Estaba en una gran desventaja y a causa de eso, su derrota era inminente.
El arma funcionó y el coloso emitió un gran aullido de dolor mientras caía sobre sus rodillas.
“Una vida por otra” Pensó Dios, dolido.
Sabía que esto sucedería. Sabía que necesitaba que la chispa de vida del gigante se traslade al hijo de Eva. Todo era parte de su plan, pero aún así se entristecía.
El coloso terminó por caer. El enorme corazón dejó de latir y la sangre ya no fluyó por las grandes venas y arterias. Una vida había desaparecido mientras que otra había nacido.
El último latido del coloso fue precedido por el primer latido del hijo de la pareja de humanos.
La sangre que dejó de fluir por las enormes venas y arterias ahora fluía en los ínfimos capilares del infante.
Adán había salido victorioso y ahora caminaba sin rumbo. Dios estaba ocupado con el recién nacido, un bebé, algo nuevo para él y sus conocimientos y destinaría gran parte de su tiempo a su cuidado. El hombre, por primera vez,  ya no estaba bajo el manto de la protección divina y los peligros del nuevo mundo serían más y más peligrosos.
Eva temió por la vida del padre de su hijo, sabiendo que ya no contaría con la ayuda de su creador.

                                      La leyenda del águila

La leyenda del águilaAdaptación de una leyenda de Albania
En Europa, muy pegadito a Grecia, hay un país llamado Albania. El nombre Albania proviene de una antigua y curiosa leyenda que ahora mismo vas a conocer.

Dice la historia que hace muchos, muchísimos años, un muchacho se levantó una mañana muy temprano para ir a cazar. Caminó tranquilo hacia las montañas y al llegar a su destino, vio  cómo en la cima de una de ellas, un águila enorme descendía del cielo y se posaba sobre su  nido. Lo que más le llamó la atención fue que el águila llevaba una serpiente, rígida como un palo, bien sujeta con el pico.
– ¡Vaya, hoy el águila está de suerte! ¡Acaba de amanecer y ya ha conseguido alimento para su cría!
La reina de las aves, creyendo que la serpiente estaba muerta, la dejó caer junto a su hijito y remontó el vuelo para ir a buscar más.
¡Qué equivocada estaba! En cuanto desapareció en el horizonte, la serpiente se desenroscó, abrió la boca y mostró sus afilados y venenosos colmillos al indefenso polluelo ¡El pobre no tenía escapatoria y la miraba aterrado!
Por suerte el cazador lo estaba observando todo, y cuando estaba a punto de hincarle el diente, agarró su arco, afinó la puntería y lanzó una flecha mortal al peligroso reptil, que se quedó quieto para siempre. Después echó a correr hacia el nido, angustiado por si el aguilucho había sufrido alguna herida.
¡Cuánto se alegró al ver que estaba  sano y salvo! Con mucho cuidado, lo tomó entre sus manos con suavidad, y acariciándole las plumitas se alejó del lugar.
Al rato el águila regresó  y comprobó con horror que su retoño ya no estaba. Desesperada sobrevoló la zona a toda velocidad y distinguió a un joven que se lo llevaba camino de la ciudad. Rabiosa, descendió en picado y se interpuso en su camino.
– ¡Eh, tú, ladrón! ¿A dónde vas con mi chiquitín?
– ¡Me lo llevo a mi casa! La serpiente que cazaste no estaba muerta y casi se lo come de un bocado ¡Quiero ponerlo a salvo!
El águila se entristeció y sus ojos se llenaron de lágrimas.
– ¿Me estás diciendo que soy una mala madre?
– ¡No, de ninguna manera! Imagino que eres una madre buena y cariñosa como todas, pero debes reconocer que has cometido un gravísimo error.
– ¡Lo sé y estoy muy apenada por ello! Siempre estoy pendiente de proteger a mi pequeño porque le quiero más que a mí misma. Te juro que pensaba que la serpiente estaba muerta y que no corría ningún peligro.
– Ya, pero…
– Sin duda fue un descuido y no volverá a suceder. Devuélvemelo, por favor, y yo te recompensaré.
– ¿Ah, sí? ¿Y cómo lo harás?
– ¡Seré generosa contigo! Voy a concederte las dos cualidades más valiosas que poseo.
– ¿Dos cualidades? No entiendo a qué te refieres.
– ¡Sí! A partir de ahora tendrás una visión tan aguda como la mía y tanta fuerza como estas dos alas. Nadie podrá vencerte y te aseguro que llegará un día en que te llamarán águila como a mí.
El cazador pensó que era un trato fantástico y, ciertamente, el águila parecía desconsolada y arrepentida de verdad. En lo más hondo de su corazón sintió que tenía que darle una nueva oportunidad porque al fin y al cabo, en esta vida todos cometemos errores alguna vez. Sin pensarlo más, levantó sus manos callosas y entregó la pequeña cría a su amorosa mamá.
Pasaron varias primaveras y la promesa del águila se cumplió. El muchacho se convirtió en un hombre muy hábil y más fuerte de lo normal, capaz de cazar animales gigantescos y de participar en la defensa de su ciudad cada vez que entraban enemigos ¡Un auténtico héroe al que todos los vecinos querían y admiraban!
También pasó el tiempo para el pequeño aguilucho, que jamás olvidó quién le había salvado la vida cuando era chiquitín. Como era de esperar creció muchísimo, y cuando se transformó en un águila grande y hermosa, decidió no separarse nunca de su amigo el cazador. Siempre a su lado, le protegía día y noche desde las alturas como un perro guardián que vela por su amo a todas horas.
La fama del cazador y de su ave protectora se hizo tan grande que toda la gente empezó a llamarle “el hijo del águila”,  y a la tierra donde vivía, Albania, que significa  “tierra de las águilas”.
Hermosa historia ¿verdad?